foto-de-oscar-vazquez-la-voz-de-galiciaLos bivalvos (mejillones, almejas, ostras, berberechos, etc.) filtran agua de mar (varios L/h, los mejillones) para obtener alimento. Como resultado, concentran en su cuerpo los agentes patógenos presentes en el medio marino (hasta niveles 1000 veces superiores a los de las aguas en las que viven). Estos niveles suponen un alto riesgo para la salud pública. La situación se agrava en zonas muy pobladas o industrializadas en las que se vierten aguas residuales sin depurar o insuficientemente depuradas -con altas cargas de patógenos.

Para reducir este riesgo se han creado programas oficiales de vigilancia con los que se vela el cumplimiento de las normas sanitarias establecidas y se regula la clasificación de las zonas de producción. El furtivismo se salta estos programas de vigilancia e introduce en la cadena alimentaria productos que no cumplen las normas sanitarias establecidas. Para evitarlo, el marisqueo ilegal se ha tipificado recientemente como delito en el Código Penal. En este sentido, debemos saber que el furtivismo no se realiza sólo por tramas organizadas, profesionales. Apañar marisco por nuestra cuenta sin tener permiso de explotación es también furtivismo, es ilegal.

Es muy importante que los consumidores nos concienciemos del elevado riesgo sanitario que supone el consumo de bivalvos extraídos ilegalmente. Episodios de gastroenteritis, salmonelosis y hepatitis A no son infrecuentes. Pero la problemática puede ser mucho más grave y dejarnos secuelas permanentes o incluso provocar la muerte. Como medida preventiva de control para salvaguardar nuestra salud, debemos exigir que los productos que compremos estén correctamente etiquetados. Si dejamos de comprar los que no lo estén, contribuiremos a acabar con el furtivismo y dispondremos de productos mucho más seguros.